03 enero, 2009

CRECER

Crecí con ideas de izquierda muy cercanas, en la casa estaban siempre presentes mas que en la teoría, en los actos y en el quehacer de la vida, pero no les abrí la puerta por simple tradición familiar, o “herencia”, como ocurre muchas veces con ideologías, modos y formas de pensar, que son traspasadas generacionalmente por simple inercia. Fui de adolescente, -creo que como muchos de ellos- muy reacio a tomar partido por algún modo de ver el mundo y mas aún por aceptar como validos los postulados que mi padre enunciaba y que ambos, él y mi madre traducían a la vida, y me negué a relacionar esa traducción, como la expresión de aquellas ideas.

Mi padre ha trabajado siempre para el otro y con una gran emoción social; activo políticamente, desde muy joven ha enarbolado las banderas del cooperativismo contraponiéndolo a la maquinaria fría de la empresa privada. Mi madre sin integrarse partidariamente a grupos políticos, siempre ha sido una libre pensadora, inteligente, humana, solidaria y con mucho amor en sus actos, rechazó intuitivamente al imperialismo como concepto y por eso desde muy temprano simpatizó con lo esencial de la gesta de la revolución cubana cuando América vivía impregnada de una campaña desinformativa feroz, impulsada eficientemente desde estados unidos contra Cuba, mientras como se sabe promovía, mantenía y apoyaba ideológica y financieramente a gobiernos militares golpistas que defendían sus intereses en el continente.

Luego mi familia - y yo con ellos-, experimentamos la carencia económica ya no como espectadores sino como actores, aunque privilegiados ya que nunca nos faltó lo básico para vivir y salvo alguna baja, hemos sobrevivido aquel remedo Light de pobreza en buenas condiciones, dicen que lo que no te mata te hace mas fuerte, pero lo mejor de ello – aunque resulte descabellado decirlo, y por eso que el termino pobreza me resulta contradictorio- es la gran riqueza que significó, el nuevo lugar desde donde mirar al mundo, la nueva sensibilidad que despertó, la explosión de conocimiento que generó y que impulso. Allí vimos como mi padre y mi madre nunca claudicaron en sus principios, vimos como no era una pose su emoción por el otro y el crecimiento personal que esas ideas y principios había cimentado en ellos, creo que esa será su mayor herencia, esa que no necesita de papel y lápiz o de notario.

Tuve que llegar al ámbito universitario y confrontar realidades nuevas y diversas para terminar de darme cuenta que el crecimiento y el desarrollo personal no pasaba por lo que creía hasta entonces, que la acumulación material no era signo de progreso y que mas bien puede significar a veces el camino al envilecimiento y la pequeñez mental, y que la vida compartida con el prójimo, volcada al que lo necesita, es la que desarrolla, la que hace crecer, la que merece ser vivida. Que la justicia social no es una cantaleta pasada de moda o una pose ideológica, sino una necesidad real porque todas las personas tienen que tener las mismas oportunidades en la vida e iniciarla con las mismas potencialidades.

Conocí a Fidel, al Che y a la revolución cubana hace relativamente pocos años, muchos menos de lo que hubiese querido, sin embargo siempre estuvieron presentes de alguna manera en mi casa y me satisfago de que hoy Cuba no este sola como en casi todos sus primeros 50 años, que sus hermanos de América ya no le demos la espalda por cobardía o ignorancia y que el pueblo de Cuba con el inmenso Fidel a la cabeza sea hoy por hoy, por derecho ganado a sangre y fuego y a solvencia moral y compromiso ético y social, Faro de América.

¡¡Feliz aniversario hermanos cubanos, sigan creciendo como hasta hoy, sigan siendo el referente moral de América, sigan estando ahí !!

Ivan Ortiz.

01 enero, 2009

FARO DE AMERICA


Salud a Cuba por estos primeros 50 años de retos y de triunfos, de coraje y de solidaridad.