13 mayo, 2011

Fujimori y Humala. La fábula de la princesa buena y el ogro malo

Autor: Guillermo Giacosa

Heme aquí en mi hogar, en el ocaso de mi existencia, padeciendo, con curiosidad y un poquito de vergüenza ajena, la terrible fábula que nos relata día a día la prensa sobre la princesa buena y el ogro malo.

La princesa, un poquito obesa para el papel de tal, se llama Keiko, tiene los ojos rasgados de algunas etnias orientales y a su anciano padre preso por crímenes que él dice no haber cometido. Su madre, que otrora sufriera la violencia de su irascible padre y del brujo Vladi que siempre le acompañaba, parece haber perdido la memoria y es presentada al pueblo en condición de muda.

El ogro malo tiene, como muchos ogros, una sonrisa engañadora y cada día nos enteramos, gracias a este relato colectivo, de alguna de las nuevas maldades pergeñadas por su genio destructivo. Se llama Ollanta, tiene un hermano rebelde preso y un papá con algunos prejuicios, y tanto lectores como televidentes esperamos con ansiedad el día en el que la prensa nos revelará que ese disimulado ogro no se alimenta de la buena cocina de este reino, sino de niños vivos y de sangre humana.

Todavía no lo han dicho, pero estoy seguro de que si el ogro si-gue con sus engaños la prensa revelará este aspecto terrible de su existencia.

Lo más curioso de la presente fábula es que mucha gente de este antiguo reino del Perú, por inocencia, por pereza, por tontería o por interés, no distingue la fantasía de la realidad y cree que la fábula es cierta.

Más grave aun, los autores de la misma terminan convencidos de que sus curiosas invenciones son las que construyen la realidad y cada día rivalizan en adjudicar nuevas virtudes a la princesa obesa y nuevas maldades al ogro Ollanta.

Triste destino el de un país cuya imaginación puede ser manipulada por narradores que responden a intereses económicos y políticos coyunturales y que, en realidad, solo pretenden mantener incólume el orden establecido a pesar del claro mensaje que el pueblo envió en la primera vuelta de estas elecciones

                                                                               Tomado de PERU21 /Sociedad  /Jue. 12 may '11

10 mayo, 2011

Cuando los lobos se disfrazan de corderos

Hace unos días, el Perú vio con asombro como un grupo de jóvenes protestó a las puertas de America TV contra Jaime de Althaus, situación en la que éste no sufrió ningún daño personal ni patrimonial. Hubo si, agresión verbal, le gritaron vendido y le pusieron pancartas frente a la luna de su auto, para que luego, cada quien siguiera su camino.

Considero que se pueden tomar dos posiciones al interpretar este hecho. Nos podemos quedar en el suceso mismo sin ver el contexto y aprovechar política e ideológicamente esta situación para actuar contra Humala, o podemos -y creo que es lo mas sensato- condenar el hecho subido de tono pero no quedarnos ahí sino ir al fondo del asunto

¿Por qué pasó? Quien haga un real ejercicio mental despolitizado, desinteresado y desconectado del aparato económico-mediático actual, podrá encontrar esa respuesta.

Pienso que lamentablemente a muchos periodistas, aupados por el sistema de medios de comunicación oligopólico actual, les es fácil tirar la piedra, esconder la mano y luego alegar piedrazos en su contra, reclamando haber sido violentados por vándalos.

Cabe preguntarse entonces si no es un gran acto de violencia, llenar las pantallas con desinformación, miedos infundados y satanización constante, junto a vivas disfrazadas al candidato de su elección. Que nadie se deje engañar con los argumentos de: "¡Pero si, sí se les da tiempo al aire!". Ellos saben bien como darlo sin que eso melle su objetivo de tirarse abajo a quien declararon como enemigo. Joseph Goebbels, Ministro de propaganda del Tercer Reich bajo el mandato de Hitler, decia en esas epocas: "Una mentira repetida adecuadamente mil veces, se convierte en una verdad".

De nuevo pienso en que es imprescindible la democratización del espectro radioeléctrico, mediante una nueva ley de telecomunicaciones que dé vías de expresión saludables y respetadas a quienes tienen la otra visión del tema, pero no tienen el dinero que hace posible que solo los grupos económicamente poderosos -que son además una minoría nacional- copen la pantalla intentando hacernos creer que sus intereses de clase son intereses de todos, intereses nacionales.

Ofrezcamos vías de expresión a todos y veremos como será mas difícil que se presenten estos intentos desesperados de expresión de los silenciados actuales.
                                                                                                           Ivan Ortiz