31 octubre, 2011

SEMBRANDO TEMPESTADES

Por Guillermo Giacosa

Ya Gadafi es historia pero puede llegar a constituirse en un mito. No era lo que en occidente se llama un “demócrata” pero su pueblo tenía el nivel de vida más alto de la región y sus transgresiones quedaban empequeñecidas si las comparamos con las cometidas por los socios que EE.UU. tiene y protege en la región.

Declarar su misión cumplida luego de que el exlíder libio fuera salvajemente asesinado es impropio de los valores de nuestra civilización y es una admisión, además, que de ahora en adelante el país será un teatro de permanentes enfrentamientos que EE.UU. y sus socios pretenden dejar librados a las antagónicas fuerzas locales. No se engañe, el paso atrás es un movimiento táctico al interior de una estrategia que prevé el retorno.

El mismo se producirá con armas o con corporaciones o con ambas a la vez, cuando la inevitable anarquía que producirá la heterogeneidad de los nuevos dueños del poder sume más masacres y más muertos a los 70,000 de este periodo de bombardeos. Es educativo observar cómo nuestros periodistas “defensores de la democracia y la libertad” no manifiestan su indignación ante los atropellos cometidos. Los que se escandalizan con Chávez, Correa, Evo o Cristina, siguen tan mudos como lo estuvieron antes frente a otros crímenes de lesa humanidad como los cometidos en Belgrado por Bill Clinton, en Iraq por Bush hijo, y en Afganistán y Libia por Obama.

En EE.UU. cada presidente tiene su guerra y estas, en tiempos de crisis, se multiplicarán a un ritmo que coincidirá siempre con la invención de nuevos peligros y el hallazgo de nuevos enemigos.