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Uribe se convierte -hoy ya mas abiertamente- en el caballo de Troya, el aliado -disgregador de turno de todos los procesos de USA en Latinoamérica, se presenta así, como aquel elemento del cual puede asirse el imperio para acometer con su ya tan conocido ejercicio de injerencia económica, política y cultural en la región.
A Sudamérica le había costado mucho esfuerzo comenzar a superar fricciones y acercar países distanciados en el pasado y que incluso protagonizaron eventos belicos, y lo estaba logrando. En ese momento llega el imperio como históricamente lo ha hecho: a disociar y debilitar la fuerza de la región, ahí están los TLCs como otro mecanismo de injerencia que divide, fractura y aísla, logrando su cometido geopolítico una vez mas.
USA le tiene mucho miedo al ALBA porque no acepta la real independencia de los países a los que sigue considerando su patio trasero. Y esto de Colombia como reacción oportunista y desafortunada a la desarticulación de la base de Manta, junto a lo de Zelaya en Honduras y su base de Palmerola, el descredito con intento de golpe de estado del presidente de Bolivia, el descredito e intento de estigmatización de los presidentes de Venezuela y Ecuador asociándolos con la subversión y el narcotráfico entre otros, forma parte de un solo paquete de arremetida contra los sistemas políticos de la región que buscan hacerse mas democráticos de lo que la vieja y oxidada democracia representativa puede ofrecer.
El tristemente celebre presidente estadounidense William Howard Taft (1857-1930) y vigésimo séptimo mandatario de esa nación podría suscribir perfectamente esta injerencia descarada en la región y por eso se siente hoy que aquella visión de "repúblicas bananeras" no esta tan lejos, cuando en 1912 decía en relación a la política exterior de su país: “No está lejano el día en que tres banderas de barras y estrellas señalen en tres sitios equidistantes la extensión de nuestro territorio: una en el Polo Norte, otra en el Canal de Panamá, y la tercera en el Polo Sur. Todo el hemisferio será nuestro, de hecho como, en virtud de nuestra superioridad racial, ya es nuestro moralmente”
El mismo Lincoln suscribía en su tiempo, la Doctrina del Destino manifiesto, idea que expresa la creencia que los EE. UU. estaba destinado por mandato divino a expandirse por América y que sostenía cosas como que “El cumplimiento de nuestro destino manifiesto es extendernos por todo el continente que nos ha sido asignado por la Providencia, para el desarrollo del gran experimento de libertad y autogobierno. Es un derecho como el que tiene un árbol de obtener el aire y la tierra necesarios para el desarrollo pleno de sus capacidades y el crecimiento que tiene como destino”
Estas posiciones que se describen desde los tiempos de la formación del imperio y que se ejercen por la obvia supremacía de la fuerza militar, es la misma que mantiene Estados Unidos hasta hoy, por lo que populismos como el de Obama en Puerto Príncipe en la Cumbre de las Américas cuando decía que “Hay que dejar el pasado y mirar de aquí en adelante” solo puede comprenderse si dicha frase va referida, no hacia la región, sino hacia dentro de su propio país como una llamada de atención al grupo de los Halcones de Washington.
El gobierno de Colombia pretende justificar las 7 bases que forman parte de la intromisión USA en la región sudamericana con dos argumentos que insultan la inteligencia:
A Sudamérica le había costado mucho esfuerzo comenzar a superar fricciones y acercar países distanciados en el pasado y que incluso protagonizaron eventos belicos, y lo estaba logrando. En ese momento llega el imperio como históricamente lo ha hecho: a disociar y debilitar la fuerza de la región, ahí están los TLCs como otro mecanismo de injerencia que divide, fractura y aísla, logrando su cometido geopolítico una vez mas.
USA le tiene mucho miedo al ALBA porque no acepta la real independencia de los países a los que sigue considerando su patio trasero. Y esto de Colombia como reacción oportunista y desafortunada a la desarticulación de la base de Manta, junto a lo de Zelaya en Honduras y su base de Palmerola, el descredito con intento de golpe de estado del presidente de Bolivia, el descredito e intento de estigmatización de los presidentes de Venezuela y Ecuador asociándolos con la subversión y el narcotráfico entre otros, forma parte de un solo paquete de arremetida contra los sistemas políticos de la región que buscan hacerse mas democráticos de lo que la vieja y oxidada democracia representativa puede ofrecer.
El tristemente celebre presidente estadounidense William Howard Taft (1857-1930) y vigésimo séptimo mandatario de esa nación podría suscribir perfectamente esta injerencia descarada en la región y por eso se siente hoy que aquella visión de "repúblicas bananeras" no esta tan lejos, cuando en 1912 decía en relación a la política exterior de su país: “No está lejano el día en que tres banderas de barras y estrellas señalen en tres sitios equidistantes la extensión de nuestro territorio: una en el Polo Norte, otra en el Canal de Panamá, y la tercera en el Polo Sur. Todo el hemisferio será nuestro, de hecho como, en virtud de nuestra superioridad racial, ya es nuestro moralmente”
El mismo Lincoln suscribía en su tiempo, la Doctrina del Destino manifiesto, idea que expresa la creencia que los EE. UU. estaba destinado por mandato divino a expandirse por América y que sostenía cosas como que “El cumplimiento de nuestro destino manifiesto es extendernos por todo el continente que nos ha sido asignado por la Providencia, para el desarrollo del gran experimento de libertad y autogobierno. Es un derecho como el que tiene un árbol de obtener el aire y la tierra necesarios para el desarrollo pleno de sus capacidades y el crecimiento que tiene como destino”
Estas posiciones que se describen desde los tiempos de la formación del imperio y que se ejercen por la obvia supremacía de la fuerza militar, es la misma que mantiene Estados Unidos hasta hoy, por lo que populismos como el de Obama en Puerto Príncipe en la Cumbre de las Américas cuando decía que “Hay que dejar el pasado y mirar de aquí en adelante” solo puede comprenderse si dicha frase va referida, no hacia la región, sino hacia dentro de su propio país como una llamada de atención al grupo de los Halcones de Washington.
El gobierno de Colombia pretende justificar las 7 bases que forman parte de la intromisión USA en la región sudamericana con dos argumentos que insultan la inteligencia:
En primer lugar, la “lucha contra el narcotráfico”, aquí se debe recordar entonces que La Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (ONUDD), en Viena, ha publicado su informe anual en el que advierte que los avances en el combate contra la drogadicción registrados en los últimos años están en peligro por el aumento mundial del cultivo de adormidera y cocaína, en especial en Afganistán y Colombia, cosa que refuerza el concepto de que la militarización de la acción contra el narcotráfico por parte de una fuerza militarmente efectiva, -como es el ejercito de USA en medio oriente y el de Colombia en nuestra región, que ostenta además el triste galardón de ser el tercer país a nivel mundial en ayuda militar por parte de USA, luego de Israel y Egipto- no es efectiva y al contrario, es contraproducente, esto nos lleva al segundo argumento vertido y es el de la lucha contra la guerrilla, que Colombia viene tratando militarmente –con ayuda del ejercito USA- hace ya treinta años, con los resultados que todos conocemos.
No hay pues argumentación alguna fuera de los intereses geopolíticos del imperio - que pasan por el petróleo y el gas de Venezuela, ecuador, Brasil, Bolivia, y las demás riquezas naturales de esta región generosa-, que justifiquen dicha injerencia desestabilizadora.
Aquí cabe citar a John Kennedy cuando en un discurso ante el congreso de su país decía: “Los que cierran el camino a las revoluciones pacíficas, cuando ellas se presentan, le abren al mismo tiempo las puertas a las revoluciones violentas.”
A veces parece que ciertas fuerzas de la ultraderecha empujaran y jugaran irresponsablemente a esa posibilidad.
Uribe se había opuesto en Mayo de 2008 en la Cumbre de Unasur en Brasil, a conformar el consejo de defensa regional, que se yergue como el mecanismo mas lógico y coherente con los intereses geopolíticos de la subregión y en el nuevo concepto de integración real y solidaridad nacida entre nuestros países en estos tiempos pletóricos de cambios, hoy se entiende mejor aquella oposición.
Ivan Ortiz
No hay pues argumentación alguna fuera de los intereses geopolíticos del imperio - que pasan por el petróleo y el gas de Venezuela, ecuador, Brasil, Bolivia, y las demás riquezas naturales de esta región generosa-, que justifiquen dicha injerencia desestabilizadora.
Aquí cabe citar a John Kennedy cuando en un discurso ante el congreso de su país decía: “Los que cierran el camino a las revoluciones pacíficas, cuando ellas se presentan, le abren al mismo tiempo las puertas a las revoluciones violentas.”
A veces parece que ciertas fuerzas de la ultraderecha empujaran y jugaran irresponsablemente a esa posibilidad.
Uribe se había opuesto en Mayo de 2008 en la Cumbre de Unasur en Brasil, a conformar el consejo de defensa regional, que se yergue como el mecanismo mas lógico y coherente con los intereses geopolíticos de la subregión y en el nuevo concepto de integración real y solidaridad nacida entre nuestros países en estos tiempos pletóricos de cambios, hoy se entiende mejor aquella oposición.
Ivan Ortiz