Escrito por Alexander Eichler
Quizá Patrick Bateman no fue un caso atípico.
Uno de cada 10 empleados en Wall Street es probablemente un psicópata clínico, escribe Sherree DeCovny en un número a punto de aparecer en la publicación comercial CFA Magazine. Entre el conjunto de la población, la proporción está cercana al uno por ciento.
“Un psicópata financiero puede presentar un perfil perfectamente equilibrado para el puesto de trabajo de director ejecutivo, director, compañero de trabajo y miembro del equipo porque sus características destructivas son prácticamente invisibles”, escribe DeCovny, que reúne la investigación de varios psicólogos para su trabajo, el cual sugiere de forma optimista que las firmas financieras no contratan a psicópatas extremos.
Desde luego, el comportamiento psicópata típico es de amplio espectro. En un extremo está Bateman, retratado por Christian Bale, en la película del 2000“American Psycho” como un banquero de inversiones que en realidad asesina a la gente sin el menor remordimiento. Cuando los profesionales de la sanidad hablan acerca de los “psicópatas” tienen en consideración un amplio rango de comportamiento.
Un psicópata clínico es brillante, gregario y encantador, escribe DeCovny. Miente fácilmente y a menudo, y puede tener el problema de sentir empatía por otra gente. Probablemente es también alguien más dispuesto a aceptar riesgos peligrosos, sea porque no conoce las consecuencias, sea porque no se preocupa.
Una predisposición al riesgo puede parecer un rasgo comercial positivo en Wall Street, en donde las grandes jugadas a veces conllevan grandes recompensas. Pero para la gente de la que DeCovny está hablando, los resultados importan menos que las jugadas en sí mismas, y el subidón químico de serotonina y endorfinas que las acompañan.
Es apenas la primera vez que la enfermedad mental ha sido equiparada con cierta capacidad para el éxito profesional, especialmente en el sector financiero, en donde algunos especuladores (stock traders) en realidad han puntuado más alto que psicópatas diagnosticados en pruebas que miden el espíritu competitivo y la atracción por el riesgo
Algunos psicólogos llevan tiempo afirmando que las cualidades que sirven para un político o corredor de bolsa de éxito son también los mismos rasgos que los psicópatas lucen abundantemente.
Otros investigadores lo generalizan a los patrones como especie, afirmando que alrededor del 4 por ciento de todos los ejecutivos son psicópatas, y que su relativa falta de escrúpulos es lo que los ayuda a destacar especialmente en los negocios.
Al mismo tiempo, el entorno rápidamente cambiante y de gran presión de Wall Street, probablemente ponga en peligro la salud mental de algunos de sus empleados. Un estudio reciente encontró que muchos banqueros jóvenes sufren alcoholismo, insomnio, trastornos alimenticios y otras dolencias relacionadas con el estrés al cabo de pocos años en el puesto.
Los corredores de bolsa también han mostrado una tendencia a experimentar depresión clínica en una proporción más de tres veces mayor que la población en general.
DeCovny escribe que para alguien con un problema “latente” de juego compulsivo, un puesto de corredor de bolsa puede desencadenar respuestas patológicas que conduzcan a la persona a un patrón creciente de mentiras, deudas e incluso malversación y fraude.
Una persona con este problema se sentiría satisfecha con una enorme pérdida porque obra en su cerebro una particular forma de recompensa, lo cual, según DeCovny puede explicar las actividades de algunos corredores de bolsa notorios granujas como Kweku Adoboli, Jerome Kerviel y Nick Leeson, tres hombres que jugaron y perdieron un equivalente conjunto de 10.300 millones para sus instituciones a los largo de los últimos 17 años.
Alexander Eichler es un periodista económico que escribe en The Huffington Post