Mirando el detalle en un día histórico
Hoy es un día ideal para el lugar común, para repetir frases como el “sueño americano”, “país de las oportunidades”, “el vigor de su democracia”, etc. etc. No seré yo quien utilice esas fórmulas pues creo que se trata de clichés que han perdido prácticamente su valor, aunque puedan seguir operando sobre el imaginario de la gente.
Lea lo que dice una señora estadounidense sobre su país: “Como país directamente somos malos. Somos un país de cínicos, vividores y complacientes. Nos hemos convertido en una nación de personas a las que apenas les alcanza para llegar al final del día. La gente está mal y ha empeorado durante el transcurso de mi vida. Cuando pienso en mis hijas, me da vergüenza que salgan a recorrer el mundo… Antes uno podía conseguir una educación decente en su propio vecindario. Ahora hay que hacer todo tipo de trámites para conseguir un cupo en alguna escuela-chárter o una escuela-imán. La atención médica está fuera de alcance. Déjenme decirles, ¡no se enfermen en Estados Unidos! Las jubilaciones están desapareciendo. La universidad es demasiado cara y, aun si encuentras la manera de pagarla, en muchas carreras con el título no recuperas el costo. Están mirando a un matrimonio que recién terminó de pagar sus préstamos educativos hace pocos años”.
Las palabras pertenecen a la señora Michelle Obama. Las ha repetido en numerosas oportunidades ante distintos públicos y no parece dispuesta a deponer la visión que tiene del país en el cual, a partir de ahora, ella será la primera dama. Primera dama que no tiene ningún interés, por el momento al menos, de fingir una vida perfecta y feliz como corresponde a la idea que se supone que los americanos deben tener de sus máximas autoridades.
Dijo varias veces que su marido no es perfecto y que ambos no son un matrimonio perfecto y, para hacerlo más grave, afirmó que EE.UU. está lejos de ser un país perfecto. Luego del pobre discurso de despedida del pelmazo de Bush, en el cual repitió siete u ocho veces este “maravilloso país” y frases por el estilo, la visión de Michelle Obama es una bocanada de aire fresco y de sentido común.
¿Comparte su marido este punto de vista? Seguramente sí. ¿Podrá expresar esta visión en sus políticas? Seguramente no. Por ello es que, si bien todos estamos felices por la desaparición de Bush y de su equipo de psicópatas y fundamentalistas del primer plano de la escena política, no nos es posible, aun contra nuestros deseos, tener esperanzas demasiado fundadas en un cambio que vaya más allá de lo cosmético en los lineamientos políticos de la superpotencia.
Recuerdo las rabietas y los desconciertos de la comprometida y lúcida Danielle Mitterrand, esposa del entonces presidente francés, cuando este debía tomar medidas que contradecían su ideario socialdemócrata. Creo que a Michelle Obama le esperan días parecidos, pero seguramente mucho más graves y contradictorios que los vividos y sufridos por la ex primera dama francesa.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario