22 marzo, 2011
El Laberinto Libio
Cuando Muamar Gadafi depuso al rey Idris de Libia (1969) sonreí. Que un títere del Imperio Británico cayese por obra de un joven coronel de origen beduino que hablaba de justicia social y evacuaba las bases gringa e inglesa de su territorio era una buena noticia.
Tiempo más tarde, la aviación de EE.UU. (1986) bombardeó Trípoli y el pueblo libio salió a las calles para agradecer a Alá por haberlos sometido a tan dura prueba. Pensé que los occidentales en una situación así hubiesen saqueado supermercados y en medio del horror volví a sonreír. El apoyo a Idi Amin y dos ataques terroristas contra aviones civiles (88 y 89) me borraron ambas sonrisas y me pregunté en qué andaba el coronel.
Vino la guerra a Irak y Gadafi, previendo que le esperaba el mismo final que Saddam Hussein, admitió cargos, indemnizó a las familias de las víctimas de los vuelos y se asoció a Occidente. Los brazos de las democracias se abrieron para hacer negocios con el petróleo y para venderle armas, muchas armas, todas las que el coronel quisiera. La justicia prometida cuando derrumbó la monarquía ya estaba en el olvido y una revuelta popular, inspirada por el renacimiento de la dignidad entre las mayorías árabes, puso al coronel contra las cuerdas. Respondió con los reflejos anquilosados por 42 años en el poder y atacó a su propia población.
Occidente recordó los viejos rencores, pensó que tal vez con los aspirantes a sustituir a Gadafi los negocios marcharían mejor y que de vez en cuando es bueno castigar a un dictador. Tienen tantos entre sus amigos que uno menos no haría la diferencia. Entonces ellos también bombardearon. Gadafi pensó en Saddam y aceptó detenerse pero los agresores del agresor sabían que la guerra en tiempos de crisis puede rendir sus frutos.
Nadie, en este laberinto monumental, está exento de culpas. Ni el dictador asesino, ni las democracias que adularon y armaron su mano y que irresponsablemente se sumaron a la masacre para detener la masacre, saldrán indemnes del juicio de la historia.
Publicado: PERU21/Sociedad/22 mar '11
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