18 julio, 2011

En el regazo del sueño americano


Escrito por: Guillermo Giacosa

No sé si producirá en ustedes la misma impresión que me produjo a mí. No podría explicar por qué este relato me resultó tan doloroso. No es peor que otros, pero hay elementos que me resultan conmovedores. Se trata de una historia real. El protagonista se llama Jeffrey Lucey y fue parte del contingente de soldados estadounidenses que invadió Irak en el año 2003. A su regreso de la guerra presentaba síntomas de estrés postraumático, y como le fue imposible acceder a los servicios psiquiátricos que necesitaba, se volcó al alcohol. Se vestía con ropas de camuflaje y caminaba por el barrio con su arma en la mano. Destruyó el automóvil de la familia. Una noche, tras cumplir veintitrés años, Jeffrey se acurrucó en el regazo de su padre. Este lo relata así: “Esa noche me pidió si podía sentarse en mi regazo. Lo acuné durante tres cuartos de hora y luego se fue a su cuarto. Al día siguiente lo tuve nuevamente en mi regazo mientras cortaba la soga que lo sujetaba a una viga.”

Jeffrey Lucey se colgó en el sótano de la casa familiar. Sobre su cama yacían las chapas de identificación que había quitado a los soldados iraquíes a los que dijo haber matado. La imagen de un duro guerrero acunado en el regazo de su padre es de un dramatismo tan patético que es imposible sustraerse a la reflexión y al dolor y ambos conducen a concluir que las deformaciones psíquicas a la que son sometidos, para que puedan asesinar a otros seres humanos, terminan volviéndose contra ellos.

Jeffrey no es un caso aislado, solo una cifra más en la ola de suicidios que, sin que se hable mucho de ella, está afectando a quienes regresan de algunas de las tantas guerras que Estados Unidos mantiene contras enemigos imaginarios cuyo único pecado es tener petróleo o una posición geoestratégica importante en el tablero de la política mundial.

Para hacer más dramática esta caricatura de sociedad, los familiares de los soldados que se suicidan no tenían –hasta hace unos días–, ni siquiera el derecho a una carta de condolencia del presidente de Estados Unidos.

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