Presupuesto militar norteamericano para 2011: un obsequio para el Pentágono
Por Nelson Roque Valdés
El presupuesto militar de 725 mil millones de dólares, aprobado por el Congreso norteamericano para el año 2011, es ciertamente un regalo para el Pentágono. Esta cifra representa un aumento de 37 mil millones respecto a lo que se había solicitado previamente. Entre las particularidades del mismo aparece una partida de 159 mil millones para darle seguimiento a la nueva estrategia del presidente en Afganistán y Pakistán y para efectuar otras operaciones en ultramar. Ello representa un gasto de cerca de 450 millones de dólares diarios que seguramente no alcanzarán para lograr los objetivos militares que se han trazado en esa convulsa región.
Al presupuesto claramente destinado al Pentágono, se añaden otros gastos de carácter militar como son los 124 mil millones de dólares consignados a los militares retirados, los 12 mil millones dirigidos a las armas nucleares (que se inscriben en la partida del Departamento de Energía) y los 54 mil millones reservados para el llamado Departamento de Seguridad Interior. Si se incluyen los desembolsos de otros programas con objetivos bélicos como los de la NASA, el gasto militar total asciende a cerca de una cuarta parte del presupuesto federal estadounidense.
Hay que tener en cuenta además los gastos del Programa Nacional de Inteligencia que en el presupuesto se clasifican como secretos, y cuyo incremento se ha previsto para potenciar la capacidad de la CIA y de las otras agencias en el apoyo a la ya citada estrategia presidencial en Afganistán y Pakistán. Según el Washington Post el mundo de los servicios secretos en EEUU se ha vuelto tan amplio en impenetrable que nadie sabe cuanto cuestan a los contribuyentes. Se calcula que alrededor de 1270 organizaciones gubernamentales y 1930 privadas trabajan en programas secretos, lo que ocupa a más de 830 mil empleados.
Las bondades presupuestarias del imperio para la seguridad y la guerra contrastan con la mezquindad de los recursos destinados a otras esferas, especialmente ante los enormes problemas que enfrenta la economía y sociedad norteamericanas. Se calcula, por ejemplo, que cerca del 20% de la fuerza laboral desempleada o subempleada desde 2009 aún continúa en esas condiciones a inicios de 2011. Por otra parte, una cuarta parte de aquellos que han obtenido trabajo después del comienzo de la crisis, solo consigue empleo temporales sin beneficios.
Los enormes recursos enfilados por EEUU hacia la destrucción y la muerte tienen un peso significativo en el continuo incremento de los déficits y la deuda pública norteamericana, que de acuerdo a las valoraciones más conservadoras superará en 2011 los 10 billones de dólares, es decir dos tercios del PIB estadounidense. Sin embargo, para el actual inquilino de la Casa Blanca la preservación del liderazgo norteamericano en el mundo es justificación suficiente para tal derroche.
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