08 junio, 2011

¿La bolsa del fin del mundo?


Los pedidos a un Ollanta Humala todavía electo para que “tranquilice a los mercados” cuanto antes tienen un giro algo grotesco: los temores más agudos que flotan en el aire no fueron creados por el candidato sino por quienes lo vienen satanizando desde hace meses. Algunos de esos temores incluso solo existen en los medios de los satanizadores.

¿No son más bien los promotores de los miedos quienes están en mejores condiciones de “tranquilizar los mercados”? Por ejemplo reconsiderando sus profecías catastróficas y reconociendo que eran recursos electorales antes que convicciones profundas. Como lo demuestran las ofertas de colaboración que ya circulan.

Es válido pedirle a Humala gestos positivos y esperanzadores para el país. Pero no tiene sentido pedirle que calme temores que él no produjo. Sobre todo porque uno de los productos de los fabricantes de temores es que a Humala no se le puede creer nada. De modo que nada va a satisfacer a ese sector que todavía mezcla realidad y propaganda.

Presentar las caídas en la BVL y de valores peruanos en el exterior como expresión de un gran movimiento de pánico nacional no tiene sentido. Lo que expresa más bien es un movimiento de expectativas de especuladores, sobre todo del extranjero, que habían apostado a un triunfo de Keiko Fujimori.

Varios inversionistas institucionales peruanos han sido claros en declarar que ellos no vendieron, y que el pánico fue más bien de inversionistas particulares, que con muy poco movimiento (se habla de US$200,000) produjeron un enorme efecto el lunes pasado. Esos particulares a su vez forzaron a algunos fondos mutuos a vender.

Más bien los inversionistas institucionales, con las AFPs a la cabeza, van a aprovechar para comprar acciones baratas en los próximos días. Lo mismo quizás hagan los extranjeros que vendieron, que comprarán para recuperarse de sus pérdidas de la primera hora. No tiene sentido, entonces, hablar de un pánico institucional en la BVL.

A Humala le faltan casi dos meses para asumir el gobierno, y este es un periodo delicado. El gobierno saliente tiene la obligación de serlo hasta el último día, y está decidido a que así sea. El gobierno entrante puede emitir señales, pero no anunciar decisiones precipitadas. Puede filtrar, pero no designar.

La primera señal ha sido el nombramiento de una comisión de transferencia que transmite una imagen de izquierda moderada y de centro, de experiencia de gobierno en varios de los casos. Pareciera que los recién llegados han antepuesto el trabajo organizado a las medidas efectistas. "La mano invisible del mercado" pondrá en orden los factores.

Diario La Republica

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